No hay peor ciego que el que no quiere ver. Muchas veces, por pereza o por comodidad, asumimos algunos planteamientos que no se ajustan a la realidad, y que pueden acabar perjudicando gravemente nuestra actividad profesional.
En Freelancefolder han intentado recopilar algunas de esas “mentiras” que los freelance nos tragamos para no complicarnos la vida ni el trabajo. Como siempre, hemos hecho una selección y hemos puesto de nuestra cosecha:
1. No necesito promocionar mi negocio: los clientes vendrán a mí
Sería muy bonito que los clientes se acercasen a ti en masa, atraídos por la fama de tus trabajos. Y que luego te siguiesen de forma obediente, como los ratones al flautista de Hamelin… Pero no sucede así.
Incluso si ahora mismo tienes muchos clientes, es posible que muchos de ellos desaparezcan de la noche a la mañana. Nadie te asegura que ellos vayan a seguir contigo. Por eso siempre hay que hacer un doble esfuerzo de marketing/promoción:
1. Retener a los clientes actuales: darles un buen servicio, mantener el contacto, ofrecerles nuevos proyectos a la conclusión del actual…
2. Buscar nuevos clientes: mantener actualizado el portfolio, usar casos de éxito de clientes, participar en blogs especializados, hacer networking, asistir a eventos profesionales…
No se trata de que insertes cuñas publicitarias en la radio. Los recursos de un freelance son limitados porque no hay dinero para la promoción, y sólo nos tenemos a nosotros mismos para hacer el trabajo (además, los proyectos son lo primero). Pero, así y todo, tenemos que dedicar un poco de tiempo a darnos a conocer. La buena noticia es que la Red nos proporciona herramientas rápidas y gratuitas.
2. Un proyecto de mucho dinero siempre es bueno
Los ceros a la derecha siempre resultan seductores. Pero no podemos olvidar que el dinero es sólo una de las variables. Es la que nos da de comer, es verdad, pero hay que ponerla en relación con las otras, especialmente con el alcance del proyecto y el tiempo que nos va a costar. Es decir, que si te ofrecen un proyecto por una cifra aparentemente jugosa, debes echar tus cuentas bien antes de aceptar.
Quizá descubras que te va a llevar un mes acabarlo, y que te obligará a renunciar a todos los demás trabajos. Por lo que es muy posible que, al final, esa cifra no sea nada jugosa…
3. A los clientes no les gusta que les hagan preguntas
Esta es una excelente excusa que solemos emplear para no molestarnos en hacer preguntas al cliente. ¿Por qué? Pues porque conocemos la pregunta, pero no la respuesta, y no sabemos adónde nos llevará. Esto genera incertidumbre. Solemos pensar:
“¿Y si hago esta pregunta y el cliente me responde que todo lo que yo había entendido es incorrecto, y que hay que darle la vuelta a todo el planteamiento? Mejor lo dejo pasar…”
La realidad es que para realizar bien el trabajo, el cliente y el profesional deben tener bien claros los objetivos finales. Deben estar “alineados”. Y eso sólo se consigue con una comunicación fluida. Es decir, planteando y respondiendo a las preguntas adecuadas. Hay que preguntar, y es mejor hacerlo cuanto antes.
También es verdad que algunas preguntas prescindibles, que sobran. Hay que saber distinguirlas. Un ejemplo:
Si eres diseñador, seguramente es fundamental que preguntes a tu cliente cuáles son los colores corporativos de la compañía.
Pero, una vez que sabes eso, no tiene sentido que le preguntes a cada paso: “¿aquí mejor verde o azul?”. Tú eres el experto. Te han contratado precisamente para que tú des la mejor respuesta. Y al plantearle todas esas disyuntivas al cliente, no le estás ayudando nada. Al revés: le estás haciendo un lío.
En resumen, las preguntas bien formuladas nunca molestan al cliente. Es una señal de que te preocupas por saber más para hacer mejor tu trabajo.
4. Todo el tiempo que paso consultando blogs es “networking”
Está muy bien que consultes a diario los blogs especializados en tu área profesional, e incluso otros de temática más general. Aprenderás mucho, y seguro que descubres tendencias, oportunidades de negocio, y nuevas herramientas y aplicaciones. Pero para que podamos considerar a eso networking hace falta que concurran, al menos, dos componentes: una estrategia y una participación activa.
Es decir, que si quieres utilizar todos los recursos de la Red para promocionar tu actividad y encontrar nuevos clientes, debes diseñar primero una estrategia, por sencilla que ésta sea. Debes definir qué es lo que quieres conseguir. Y luego debes diseñar también las intervenciones que vas a hacer para conseguirlo: dónde vas a participar, cómo, cada cuanto tiempo.
Ya sólo te falta medir los resultados y ajustar de nuevo la estrategia y las acciones.
Por cierto: es muy aconsejable que acotes el tiempo que vas a dedicar a la tarea de consultar blogs, porque puede acabar devorando el tiempo que tus proyectos necesitan. Aquí tienes unos consejos para organizar mejor tu trabajo.
5. Soy un experto, ya no necesito actualizar mis conocimientos
No importa cuánto sepas, siempre necesitarás saber un poco más. Antes, un zapatero aprendía su oficio y esos conocimientos le valían para toda la vida. Pero hace mucho que esto cambió. Si no te pones al día regularmente, pronto te quedarás desactualizado. Y es muy posible que los que vienen por detrás te den alcance, por muy larga que sea tu experiencia.
Ya sabes: el éxito del pasado no garantiza el éxito del futuro. Así que asigna un cierto tiempo de tu semana a ampliar conocimientos, probar nuevas herramientas, iniciar algún curso de formación, etc. Lo ideal es que consigas divertirte mientras aprendes. Entonces no te costará ningún esfuerzo.
¿Y tú qué opinas? ¿Cuáles son las “mentiras” que estás más dispuesto/a a tragarte?
Puedes consultar el artículo Seven Lies Freelancers Tell Themselves, publicado por Laura Spencer en FreelanceFolder.